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TRIBUTO A LUIS MUÑOZ MARÍN DIEZ PROPUESTAS PARA PUERTO RICO

In Luis Muñoz Marín, politica, Politics, Puerto Rico, Sila Maria Calderon on February 23, 2011 at 12:09 pm
Sila Maria Calderon, ex-gobernadora de Puerto Rico

Sila Maria Calderon, ex-gobernadora de Puerto Rico

Por: Sila María Calderón

21 de febrero de 2011

Hoy celebramos una vida excepcional. La figura cimera de todo un siglo de

historia. Luis Muñoz Marín fue un ser de ésos que pocas veces el destino regala a los pueblos. Recordamos al hombre que nos enseñó a soñar, a trabajar y a construir.

Que nos inspiró fe en nosotros mismos y profundo orgullo en lo que somos. Como resultado, los puertorriqueños comenzamos a derrumbar las murallas de la inseguridad, del miedo y de la timidez, las que nos limitaban como cercos

impenetrables. Con fuerza liberadora, impulsamos una obra extraordinaria. Y lo hicimos magníficamente bien.

Sin embargo, en los últimos tiempos, el País de nuestros anhelos se ha ido desvaneciendo. Lejos de fortalecer nuestra autosuficiencia, lejos de afirmar nuestra distintiva personalidad y de unirnos en una causa común, se ha ido socavando lo construido. Mucho peor, se ha inyectado mayor divisionismo, se han afectado gravemente las bases del sistema democrático y económico; se han menospreciado nuestros logros y se ha tratado de debilitar nuestra identidad.

Hoy, la actitud pequeña prevalece. En los últimos años, los políticos han dedicado más energía a achacar responsabilidades demagógicamente, que a gobernar bien. Vivimos una época de intolerancia, de confrontaciones y de ausencia de solidaridad. Las diferencias ideológicas y la política partidista nos tienen abrumados. Sencillamente, este pueblo no aguanta más.

En esta hora difícil y compleja, el ejemplo de Luis Muñoz Marín nos permite mirar hacia adelante con confianza renovada. Nos inspira el propósito firme de sacar fortaleza dentro de cada uno, para asumir responsabilidad y enfrentar, una vez más, nuestro destino como pueblo.

A mí no me queda duda que el rumbo presente de nuestra patria, no conduce al porvenir que desea la gran mayoría del pueblo. No tengo la menor duda. Y sé que ustedes tampoco.

¿Dónde estamos en el 2011? Nuestra querida Isla se sume cada vez más en un ambiente pesimista, en el cual el gobierno no parece funcionar; el desempleo es rampante; los agravios a las instituciones democráticas se llevan a cabo sin pudor; nuestra universidad ha estado, para todos los efectos, sitiada por más de dos meses; han ocurrido sobre 160 asesinatos atroces en lo que va del año; la violencia personal es la orden del día; nuestro mejor talento emigra masivamente en busca de mejor calidad de vida; las comunidades en desventaja pierden sus derechos adquiridos y desaparecen los servicios que propiciaban su autogestión; existen miles de casos de maltrato de niños sin atender; el nuevo plan de salud no arranca; los insultos y epítetos de parte de funcionarios públicos hacia la ciudadanía se hacen con pasmosa impunidad; se desmantelan las instituciones a diestra y siniestra; la Legislatura está al garete, profundamente politizada y legislando a su antojo, muchas veces sin vistas públicas y sin tomar en cuenta las opiniones de la minoría. Ahí es donde estamos en el 2011.

La sensibilidad, el diálogo, la compasión, el sentido de gobernabilidad que nos han caracterizado, se esfuman ante nuestros ojos. Pero los pueblos como los hombres, tienen la capacidad de transformarse.

De anhelar un mejor presente y un mejor futuro. En ese deseo por alcanzar su destino, los pueblos buscan incansablemente hombres y mujeres en quiénes cifrar sus esperanzas, en quiénes depositar su confianza. En un momento de nuestra historia se estimuló nuestra capacidad de soñar y de trabajar. Se puso a un País pobre, atribulado por la miseria y abatido por la injusticia, a pensar en un futuro distinto.

¿Y qué mejor momento que éste para imaginarnos una nueva transformación? ¡Qué mejor momento que ahora! Qué mejor momento para hacerlo que en el día en que conmemoramos el nacimiento de un hombre, que según sus versos, supo ahogar sus propios sueños para saciar los que le dormían en las venas de los hombres que sudaron y lloraron y rabiaron para sazonar su café – los sueños de tantos y tantos que vivían en extrema miseria en la primera mitad del siglo pasado.

Yo tengo fe en el pueblo puertorriqueño. Conozco bien sus capacidades y sus posibilidades. Creo en la gran fuerza interna que tenemos en nuestro espíritu. Por ello, hoy, como tributo a Luis Muñoz Marín, presento Diez Propuestas para Puerto Rico.

1. Empleos como la Primera Prioridad: El desempleo es el problema más apremiante, el número uno. No hay absolutamente nada más importante que la creación de empleos y prender nuevamente los motores de la economía. Propongo, en primer lugar, la configuración de un plan de desarrollo económico estratégico. Un plan que esté directamente dirigido a la creación de empleos.

Por un plan de desarrollo económico estratégico quiero decir un plan a corto, mediano y largo plazo con metas claras y articuladas, que se entiendan, conocido y aceptado por la mayoría del pueblo. Los trabajadores, los profesionales, las corporaciones, las entidades financieras, las cooperativas, los pequeños negocios, los comerciantes, las organizaciones sin fines de lucro, las microempresas, los servidores públicos, la Academia, los artistas, los agricultores, los consumidores; en fin, todos los componentes del desarrollo económico tienen que ser parte de la formulación de este plan. En este momento quiero aprovechar para expresar mi aprecio y mi admiración a los miles de servidores públicos que a diario llevan a cabo sus responsabilidades desprendidamente para el bienestar de nuestra población.

Ningún país puede moverse hacia el frente, si no tiene unos objetivos económicos precisos y medibles. Tampoco puede echar hacia adelante trastocando la economía fuera de un contexto coherente. La economía es el entrelazamiento de muchos factores íntimamente ligados entre sí. Se afectan unos a otros si las políticas públicas, más allá de los factores exógenos, no toman en cuenta los efectos que las acciones aisladas pueden tener en diferentes sectores.

Por ejemplo, la imposición del IVU en el cuatrienio pasado sin la simultaneidad de una reforma contributiva, fue un error garrafal. Como lo fue también el cierre del gobierno. Recientemente, los despidos masivos en el sector público, a la par con la gran pérdida de empleos en el sector privado, han contribuido, no sólo a una baja en el poder adquisitivo y a una merma palpable en los servicios públicos, sino a una disminución en la obra necesaria para una recuperación sostenible.

Peor aún, la contribución que se ha impuesto a las corporaciones foráneas ha causado un daño, quizás irreparable, a la credibilidad de Puerto Rico como destino de inversión. A esto se añade que no hay certeza de que produzca los recaudos que se supone genere este arbitrio.

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