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“Cantemos unidos…”

In Celeste Benitez, Estudiantes, politica, Puerto Rico, Universidad de Pueeto Rico on July 13, 2010 at 3:28 pm

Por Celeste Benítez

6 de julio de 2010

Con esas palabras comienza el himno de la Universidad de Puerto Rico, compuesto en 1938 por dos grandes universitarios, el inmortal director del Coro, Augusto Rodríguez, con letra del dramaturgo Francisco Arriví.  En momentos tan críticos como los que vive la UPR en estos momentos, conviene recordar su contenido:

“Cantemos unidos

un himno al Alma Máter:

cantemos con fuerza

el Himno de la Vida

que anuncia Juventud,

Amor y Libertad;

dé gloria al luchador,

honra de la Universidad.”

Nuestro himno proclama que la UPR es vida, juventud, amor, libertad y lucha: es todo un canto a la energía creadora y al idealismo que simbolizan los jóvenes de este País.  Y justamente eso es lo que debiera representar la Universidad para todos nosotros: alegría, optimismo y la esperanza en un mundo mejor dirigido por una nueva generación de mejores puertorriqueños.

Como antigua alumna y ex profesora de la UPR, me siento muy orgullosa de la lección de valentía, de principios y de madurez que nos han dado a todo el País los líderes del movimiento estudiantil universitario y sus compañeros.  Pero esa es una lección que no todos han asimilado.

El primero que no la ha asimilado es el gobernador Luis Fortuño.  Su reacción a los 62 días de huelga que paralizaron a la UPR fue respaldar totalmente las erradas actuaciones de la presidenta de la Junta de Síndicos Ygrí Rivera y nombrar cuatro miembros adicionales a ese cuerpo para convertirlo en otro comité de barrio del Partido Nuevo Progresista.  “¡Maceta contra el movimiento estudiantil!” es la consigna de este gobierno.

Y esa maceta se materializó en el vergonzoso motín policial que capitaneó el superintendente de la Policía, José Figueroa Sancha, el miércoles pasado en el Capitolio.  Sobre ese motín, Fortuño hizo las siguientes expresiones en entrevista publicada por “El Vocero” el pasado sábado:

•  Al reaccionar a las preguntas de Aiola Virella y Yamilet Millán, el Gobernador parecía estar cantando aquella sabrosa guaracha, “Yo no sé nada, yo llegué ahora mismo, si algo pasó, yo no estaba allí “.  Como él no estaba allí, dijo tener que esperar por los resultados de la investigación que practica la Policía.  El eterno cuento de los cabros vigilando las lechugas: “investigan” el motín policial los mismos que al “investigar” el caso “Betsy”, le tiraron un súpertoallazo al alcalde Jorge Santini.

•  Pero, independientemente de los resultados que arroje la “investigación” de la Policía, Fortuño dijo que “no considera” pedirle la renuncia a Figueroa Sancha.  Entonces, ¿para qué sirve esa “investigación”, si él ya tiene su decisión hecha?

•  Como si estuviéramos todavía en plena Guerra Fría, para desacreditar al movimiento estudiantil el Gobernador mete miedo con el cuco de un sistema socialista que busca eliminar el sistema capitalista.

Fortuño dijo que el “Frente de Juventudes Socialistas”, el causante de los disturbios en el Capitolio según él, está financiado por “grupos del extranjero”.  Esto recuerda aquellas declaraciones del ex gobernador Luis Ferré en los últimos días de las elecciones de 1984, asegurando que el gobierno de Fidel Castro financiaba la campaña del candidato del PPD Rafael Hernández Colón.  ¡Más respeto por la inteligencia de la gente de este País!

Otro que tampoco ha asimilado la lección de seriedad que nos han dado los estudiantes es el impresentable Superintendente de la Policía, para quien los estudiantes son unos “revoltosos” y unos “delincuentes”.  En unas declaraciones desafiantes sobre el motín policíaco que desató el pasado miércoles en el Capitolio, Figueroa Sancha afirmó: “Aquí nadie va a tomar el Capitolio.  Yo estoy aquí desde temprano y soy el responsable directo de todas las órdenes que se dieron.”

Hay que recordar que fue ese mismo Superintendente quien aplaudió la vil patada en los genitales que le propinó el superintendente Asociado José A. Rosa Carrasquillo a un estudiante inmovilizado por la Policía en el transcurso de una protesta el 20 de mayo pasado en el Hotel Sheraton de San Juan.  Cuando la prensa le pidió un comentario sobre esa salvajada cometida por su subalterno, Figueroa Sancha, con la prepotencia de siempre, le impartió su bendición: “Yo quiero dejar claro que Rosa Carrasquillo ha sido y será mi mano derecha (en la Policía)”.

Así que ya sabemos quiénes fueron los responsables de los abusos y la violencia física que protagonizó una fuerza policíaca bajo el mando de su jefe máximo.  La portada de “El Vocero” del viernes pasado –una fotografía de la guardia a caballo de la Policía cerrando el paso a las escalinatas del Capitolio–, así como las demás fotos y videos de las agresiones de que fueron víctimas los manifestantes en ese motín policíaco son testimonio del régimen de fuerza bruta que la Administración Fortuño pretende imponerle a Puerto Rico.

El movimiento estudiantil ha enfrentado la macana y la intimidación, la difamante propaganda oficial y la violencia física con una entereza ejemplar.  A todos los que hemos presenciado con pasividad el despido de 20,000 empleados públicos, el asalto al Tribunal Supremo, el desmantelamiento del Colegio de Abogados y del Colegio de Médicos, las agresiones contra la autonomía universitaria y los abusos dictatoriales de la mayoría PNP en la Legislatura nos debe dar vergüenza la valentía con que los estudiantes se han levantado contra un gobierno indigno de este País.

Los jóvenes universitarios han adoptado la resistencia pacífica y elocuente como respuesta a quienes creen que el triunfo electoral les da derecho a ser canallas.  Por eso tenemos que solidarizarnos con ellos bajo la bandera del Himno de la Vida, para que vengan días mejores.

Réquiem por la autonomía universitaria – 2

In Celeste Benitez, Estudiantes, Gobernador Luis Fortuño, politica, Puerto Rico, Universidad de Puerto Rico on June 29, 2010 at 3:14 pm
El Gobernador Luis Fortuño ha demostrado que no es amigo del estudiante en el sistema público.

El Gobernador Luis Fortuño ha demostrado que no es amigo del estudiante en el sistema público.

Por Celeste Benítez

Como Gobernador, Luis Fortuño ha demostrado una gran hostilidad hacia la Universidad de Puerto Rico.  Graduado de universidades norteamericanas, Fortuño nunca pisó las aulas de la “Upi”: él no sabe lo que es, ni lo que vale la Universidad, ni muchísimo menos la aprecia y estima.

Ejemplo de esto es el hecho de que el Gobernador utilizó el Mensaje que dirigió a la Legislatura en abril pasado para echarle leña al fuego de la huelga universistaria recién comenzada.  Criticó a los “revoltosos” que la habían iniciado y destacó lo mucho que nos “cuesta” la UPR a los contribuyentes.

En lugar de actuar como hombre de Estado y exhortar a las partes a dialogar para resolver pronto sus diferencias, Fortuño prefirió explotar politiqueramente la antipatía que suelen suscitar las huelgas y quienes las instigan para tratar de pescar votos en río revuelto.

Fortuño tampoco sabe lo que es la autonomía universitaria, ni la respeta.  El editorial del 22 de junio de “El Nuevo Día”  expresa bien lo que debe ser el rol del gobierno frente a la UPR:

“El mejor servicio que puede dar un gobernante a esta magna institución es garantizar creativamente los fondos para que crezca y madure en el tiempo; y mantener escrupulosamente, él y todo el Gobierno, una distancia consciente del acontecer cotidiano de la Universidad.”

Lejos de observar esa distancia, veamos algunas de las violaciones crasas de Fortuño a la autonomía universitaria:

• En entrevista con Yanira Hernández Cabiya el 18 de mayo pasado, Fortuño afirmó que él “dio instrucciones a las autoridades universitarias para que se sienten a dialogar sin dilación y que abran los libros de la institución para que sean evaluados por los estudiantes”.

Un gobernador no está para dar “instrucciones” a las autoridades universitarias de cómo resolver los asuntos internos de la institución.  Fortuño no sólo lo hace, sino que se ufana públicamente de haberlo hecho.

• En esa misma entrevista, el Gobernador afirma: “Mi deseo es retirar a la mayoría de la Policía de allí (el recinto de Río Piedras)”.  Los “deseos” de Fortuño son totalmente irrelevantes: a quienes les corresponde llamar o retirar a la Policía de los terrenos de la UPR es a las autoridades universitarias, nunca al Gobernador.
• La Administración Fortuño ha reducido en $113 millones los fondos que por legislación le corresponde a la UPR recibir del Fondo General y de Fondos Especiales: $41m menos por recaudos de la Ley Núm. 7; $53m menos por recaudos del IVU para el pago de la deuda COFINA; $19m menos: una cantidad no compensada por la caída en recaudos del Fondo General, causada por nuevos créditos y exenciones contributivas.

Asfixiar económicamente a la UPR es una manera clara de atentar contra la autonomía universitaria.

•  Fortuño les impuso unilateralmente un “mediador” a las partes en conflicto en la UPR.  No conforme con designar al obispo de la Iglesia Episcopal David Alvarez para desempeñar ese rol, el Gobernador dictó también el calendario de la “mediación”: comenzar las reuniones el lunes 31 de mayo; terminar la huelga el viernes 4 de junio; abrir los portones de la UPR el lunes siguiente.
Una intervención tan descabellada y tan dictatorial como ésa terminó, como no podía ser de otra manera, en un estrepitoso fracaso.

• Molesto porque la Junta de Síndicos –desde enero de 2009 con una mayoría PNP– derrotó a la presidenta Ygrí Rivera para poner fin a la huelga, Fortuño convirtió en ley en tiempo récord un proyecto para añadir 4 nuevos miembros a la JS.  El Senado confirmó en menos de 24 horas a los nominados por Fortuño: el abogado de Pedro Rosselló Luis Berríos; la activista del PNP en el Recinto de Río Piedras, ex profesora Aida Avalo; el ex tesorero del PNP, Felipe Carro; y la ex secretaria del Trabajo de Rosselló, Aura González.

Igual que hizo con sus tres nombramientos al Tribunal Supremo, Fortuño ha convertido a la Junta de Síndicos de la UPR en otro comité de barrio del Partido Nuevo Progresista.
•  El P. de la C. 2726, que Fortuño inmediatamente convirtió en ley, es un salvaje intento por intervenir indebidamente en los asuntos internos de la UPR por parte del PNP.

Esa ley obliga a los miembros de todos los organismos deliberativos de la Universidad –la Junta Universitaria, las juntas administrativas, el claustro, los organismos estudiantiles y los senados académicos—a “ejercer su derecho al voto de forma secreta y personalmente, por correo regular, electrónico o cualquier otro medio electrónico disponible, siempre y cuando se observe la secretividad de los procesos.”

¿Qué hacen la Legislatura y el Gobernador enmendando los reglamentos internos de la Universidad de Puerto Rico?  ¿Qué hacen los legisladores obligando a la comunidad universitaria a votar en secreto, cuando ellos mismos votan continuamente a viva voz y por lista en sus hemiciclos?

No se había secado aún la tinta del acuerdo entre estudiantes y la Junta de Síndicos que puso fin a la huelga, cuando las autoridades universitarias se movieron a violarlo.  Confrontado con esa grave falta a la palabra empeñada, el secretario de la Gobernación Marcos Rodríguez Ema, todo un abogado, dijo que el acuerdo era “un pedazo de papel que cualquiera puede hacer con él lo que mejor entienda”.

Así se burla de los tribunales este gobierno “de ley y orden”.

Hay que salvar a la Universidad del afán totalitario de Fortuño y el PNP de controlarlo todo y de destruir todo aquello que no puedan controlar.  Y hay que salvarla ahora.
29 de junio de 2010

Graduandos, ¡manos a la obra!

In Derechos Civiles, Dolores Prida, Estudiantes, politica on June 28, 2010 at 11:34 am

Por Dolores Prida

La mayoría de las madres sueñan que sus hijos lleguen a ser abogados o médicos, pero ¿sabrán ellas lo que gana un plomero?

Más que muchos profesores universitarios. Definitivamente más que cualquier periodista. Y sus trabajos nunca están en peligro de desaparecer porque, como dueña de casa les puedo asegurar que siempre, por los siglos de los siglos, habrá goteras y toilets atascados.

Pero nadie sueña con ser plomero ni electricista ni carpintero a pesar de ser oficios nobles y bien remunerados. ¿Por qué?

Las razones son dos principalmente. Por un lado está la cuestión de estatus. Los trabajos de cuello azul siempre se han menospreciado. Decir “Mi hijo el plomero” no tiene el mismo caché que “Mi hijo el doctor” o “Mi novio el dentista”.

Esta subestimación a ganarse el pan ensuciándose las manos y doblando la espalda se refleja en el proceso educativo.

Cuatro o cinco décadas atrás, los consejeros de escuela superior acostumbraban encaminar a estudiantes de grupos minoritarios a oficios manuales, ya que asumían que no tenían madera para los rigores intelectuales de una educación académica. Esto se consideraba un tipo de discriminación.

Líderes comunitarios y políticos, así como padres y maestros, lucharon en contra de este tracking forzoso y con los avances de los derechos civiles de las minorías se les abrió camino a más estudiantes hacia estudios universitarios.

Ese cambio fue tan exitoso que por largos años casi ningún consejero encaminaba estudiantes hacia las llamadas trade schools. Y como siempre, los extremos son peligrosos.

Pero las cosas están cambiando. Con la actual situación económica, hasta estudiantes universitarios con diplomas inservibles están re-enfocando sus carreras hacia oficios manuales que les ofrece mejores ingresos o la oportunidad de trabajar al aire libre y no tener que amarrarse una corbata al cuello todas las mañanas o seguir su vocación secreta de hornear el suflé perfecto.

Yo vengo de una familia de carpinteros. Mi abuelo paterno y todos mis tíos eran maestros carpinteros capaces de construir desde un escritorio hasta una casa completa. Y de niña viví por un tiempo entre serruchos y martillos y el inolvidable aroma de la caoba.

Esta familiaridad con el oficio y las herramientas de carpintería me vinieron de perilla cuando, ya en Nueva York, comencé a trabajar con un grupo de teatro sin dinero pero con ganas y la dramaturga y el director y los actores teníamos que fabricar y pintar y montar y desmontar la escenografía nosotros mismos.

Desde entonces, trabajar con las manos me ha dado mucha satisfacción y placer.

Ojalá que más de nuestros jóvenes opten por oficios que le den tal satisfacción, además de buenos ingresos. Y que la actitud hacia los trabajos de cuello azul siga cambiando a tal punto que a sus padres se les infle el pecho de orgullo al decir, “Mi hija es una gran carpintera” o “Mi hijo va a estudiar para electricista”.

¿Y por qué no? Manos a la obra.

doloresprida@aol.com

Esta columna es original de El Diario La Prensa de Nueva York

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